Alimentos congelados contra el desperdicio alimentario

Alimentos congelados contra el desperdicio alimentario

Uno de los grandes problemas del sector de la alimentación (y del planeta) es el desperdicio alimentario. Cada año, miles de toneladas de comida acaban innecesariamente en la basura. Según los datos del Informe del desperdicio alimentario del Ministerio de Agricultura, en 2021 se desperdiciaron 1,2 millones de toneladas de alimentos, lo que significa que cada español tiró a la basura de media algo más de 28 kilos de comida en buen estado. Además de la pérdida económica que esto supone para hogares y negocios hosteleros, el desperdicio alimentario tiene importantes repercusiones medioambientales. Y en este sentido, los alimentos congelados representan una opción sostenible para combatir el desperdicio de alimentos.

Los alimentos congelados cuentan con una larga vida útil, lo que permite consumirlos (correctamente descongelados) durante más tiempo que los productos frescos o refrigerados, cuya vida útil es mucho más corta. Otra ventaja fundamental radica en la posibilidad de dosificar las cantidades, utilizando solo lo que necesitamos y conservando en el congelador el resto para futuras ocasiones.

Por todo ello, son una buena opción para combatir un grave problema medioambiental a nivel mundial. Y es que, según el Índice de desperdicio de alimentos 2021, publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), «en el mundo se desperdician 931 millones de toneladas de alimentos cada año (el 17% del total de alimentos disponibles para los consumidores), de los cuales 569 millones proceden de los hogares. La cantidad restante se atribuye a los restaurantes y otros servicios de alimentación (244 millones de toneladas) y al comercio minorista (118 millones de toneladas)».

Un problema que es necesario combatir en aras de la protección al Medio Ambiente y de la Sostenibilidad, algo que en Eurofrits tenemos muy presente y que plasmamos en un Decálogo de Prácticas Sostenibles con diversas acciones, como la gestión de desperdicios (con la valoración de panes y aceites de desperdicios de proceso con el objetivo de reutilizarlos en otros procesos externos) o la gestion responsable de residuos (realizamos una segregación de los residuos generales y los gestionamos mediante un gestor circular), entre otras.

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